miércoles, 5 de septiembre de 2007

La Mujer Salvaje


A mis amigas y también a mis amigos, comparto esto con ustedes de la gran victoria sendón...

LA MUJER SALVAJE No es un azar que nuestras vírgenes montañas, que nuestras oscuras selvas, nuestros bosques ancestrales, ríos bravos y playas infinitas estén en extinción, mimetizando esa muerte lenta, ese desvío letal hacia la “corrección” de la Mujer Salvaje, olvidando que, al igual que los lobos, es indomesticable. Puede morir, pero no tornarse un perrito faldero ni un callejero sin rumbo ni un chucho inofensivo. El arquetipo de la Mujer Salvaje forma parte de ese “resto” que, también como los lobos, está enraizado en el origen mismo de la identidad, de nuestra razón de ser. Estoy constatando tantas señales de decadencia, de caída libre en los abismos de la ingenuidad, la estulticia, la crueldad, la impotencia intelectual y vital, la perversión moral y política, la pérdida de instinto, que intento salvarme con la relectura del libro Mujeres que corren con los lobos de Clarissa Pinkola Estés, pero no como una elección intelectual, sino porque el otro día tuve terribles sueños con esos fascinantes animales, lo cual interpreté como una señal. Pensar en lo femenino en términos de coquetería, de siliconadas, de “lifting”, de cuerpos “light”; en términos de amabilidad, servicio, amor abnegado, de sumisión, de vínculos esclavizantes, de madre y esposa modélicas; en términos de profesional agresiva masculinizada, de intelectual disecada, de política florero y cosas por el estilo es pervertir la raíz más propia y genuina de la psique de las mujeres, cuya profundidad reside en lo salvaje. Esta sola palabra, según Clarissa, despierta un recuerdo antiquísimo, porque lo salvaje va unido a la Vida. Podemos reconocer “lo salvaje” en la esencia misma del placer estético, del hambre del espíritu, de la pasión creativa y otras pasiones estupendas. Porque lo salvaje nos remite a “una integridad innata y unos límites saludables”. Se podría nombrar de muchas formas, pero la más propia es la de “naturaleza sabia”. Nada que ver con los términos a los que cualquier diccionario de sinónimos nos remite: incivilidad, brutalidad, vandalismo, barbarie, antropofagia…. A mí me parece muy apropiado, entre los distintos nombres con los que referirse a la Mujer Salvaje, el de “La Huesera”, porque remite al aliento que nos resucita a partir de un montoncito de huesos cuando ya estamos, aparentemente, muertas. ¿Cuáles serían los síntomas de una ruptura con la fuerza salvaje de la psique? El síntoma definitivo es la falta de energía para vivir, que a veces se manifiesta en la inercia de seguir día a día con lo mismo, a veces refugiándonos en el intelectualismo –que es como un testaferro de la vida-, y casi siempre en el temor, el miedo, la duda, la sobreprotección del yo…… “Cuando las vidas de las mujeres se quedan estancadas o se llenan de aburrimiento, es hora de que emerja la mujer salvaje” (C. P. Estés) Es preciso que las mujeres ansíen encontrarla, liberarla y amarla, porque la Mujer Salvaje es el alma femenina. Mientras sigamos con nuestro feminismo académico o leguleyo sin echar mano de realidades más vitales, que anidan en la profundidad de la raíces, seguiremos muriendo a manos de los depredadores. CASANDRA http://victoriasendon.blogspot.com/

1 comentario:

gaia dijo...

un abrazo y buena fortuna en tu camino....