sábado, 26 de enero de 2008

¿Sin dinero: hago siempre lo que quiero...?



... Esta es Lakshmi, diosa hindú de la suerte y la prosperidad...

Hace varios días que un par de temas me dan vueltas por la cabeza. Tal vez porque he estado poniendo más atención a lo que he escuchado de personas cercanas al referirse al peliagudo temita del dinero: del cuánto, cómo y para qué ganar y gastar dinero. Además recibí el último ejemplar de la revista Conspirando que dedica sus páginas a interesantes reflexiones acerca del dinero y la sexualidad.
¿Quién podría negar que la cultura que nos acoge, ha logrado contruir discursos en torno a platas, riqueza, pobreza, trabajo, consumo, que nos han permeado a todos y todas? Simplemente les invito a recordar algunas enseñanzas o creencias que hayamos arraigado como verdades a lo largo de nuestra vida, y en reflexionar acerca de cómo han influído en nuestra relación con el dinero: "Más fácil es que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos"; "el dinero ensucia las manos" (últimamente he pensado en este fuerte mandato que enfatizamos en la infancia acerca de "lavarse las manos cada ve que se toque plata", tras una, quízás lógica, conducta preventiva de carácter higiénico, va introyectando en nosotros esta noción del dinero como "algo sucio"); "no se puede servir a dios y al dinero"; "ganarás el pan con el sudor de tu frente"; los mandatos de género en torno al dinero no podrían quedar fuera de esta enumeración: niños a construirse para futuros proveedores, niñas como futuras proveedoras económicas de segundo orden o simplemente "mantenidas". Muchos dictámenes acerca del bienestar material se han configurado como verdaderos dogmas, haciendo muy conflictica las interpretaciones acerca de la pobreza y la riqueza y los estereotipos que de esos lugares surgen. Algunas reflexiones que encontré en Conspirando me parecieron dignas de ser compartidas, como las de Luz María Troncoso que cuenta su experiencia en un taller de desarrollo personal en el que la facilitadora les preguntaba "¿Cuándo fue la última ve que le hiciste cariño a un billete o a una moneda?" Sorprendente llamado de atención que pone en la mesa esta ambigua relación que mantenemos con el dinero: sucio pero necesario. La autora del texto concluye que desde aquella experiencia, ha logrado comprender al dinero como una energía que va y viene, y que mientras más circule en beneficio de más personas, mejor.
Si ya para los hombres la relación con las ansias de bienestar material puede tener ciertos visos de contradicción y complejidad, para las mujeres el conflito se profundiza. Dice Ivonne Gebara, teóloga y filósofa ecofeminista, que "la vivencia de la sexualidad, el ganar y el uso del dinero son de cierta forma considerados de poca importancia e incluso hasta impuras frente a la grandeza de la donación que no espera retribución. Dar porque se fue hecha para dar." Por ahí va posiblemente una de las explicaciones a la cuantía del trabajo no remunerado femenino, y al por qué aquellas ocupaciones consideradas "tradicionalmente propias de mujeres" son tan poco valoradas monetariamente en el mercado del trabajo.
Sin embargo, tanto hombres como mujeres mantenemos en esta cultura esta relación conflictiva con el trabajo, el dinero, la acumulación, la circulación, la valoración material, el bienestar, la pobreza, la riqueza. Por supuesto que todos aquellos mandatos, dogmas y aprendizajes, han introyectado en nosotros una manera de pensar (nos) en torno al dinero que muchas veces dificulta nuestro camino hacia el bienestar material que nos merecemos. Nos llenamos de pensamientos y afirmaciones negativas que obstaculizan y (auto)boicotean el logro de las aspiraciones que anhelamos. Los "no me lo merezco", "si me va tan bien ahora, en algún momento se acabará", "con eso es suficiente", "no tengo suerte", "a mí no me resulta" y varios más, suelen inundar nuestros paisajes interiores. Así, cada ve que queremos comenzar a pensar un proyecto, casi instantaneamente surgen estas vocecillas que tarde o temprano, pueden arruinar un sueño prometedor.
Hora de cambiar la relación que tenemos con el dinero y otorgrale un justo lugar en nuestras vidas: no es necesario matarse o sacrificarse para ganarlo, tal vez la acumulación inútil, como cualquier acumulación (pensemos en agua estancada) sea efectivamente perjudicial, pero tener el dinero que deseamos para concretar nuestros sueños es algo que nos tenemos, todos y todas, plenamente merecido. Que se valorice nuestro trabajo (empezando por la valoracíón que le otorgamos nosotros mismos)... comprender que en la actualidad es una de las formas de energía que permite nuestra supervivencia y facilita nuestro merecido derecho a disfrutar la vida. Sólo se transforma en sucio cuando detrás de nuestras acciones está el afan de acumulación o si recurrimos a formas no lícitas o a la explotación de otros para beneficio nuestro. Y si hemos nacido mujeres, claro que la reingeniería de nuestra relación con el dinero puede necesitar duplicación de esfuerzos... partiendo por admitir que nos lo merecemos y merecemos construir una vida basada en nuestros propios sueños...

Para complemento les dejo estos dos link... y no digo de qué se tratan...

http://www.piasartorius.cl/infotextos.php?ident=132

http://usuarios.lycos.es/fobias/afirmaciones_positivas.htm

jueves, 29 de noviembre de 2007

Dos escritos q me han llegado en estos días y han impactado... uno se le atribuye a Chaplin, y el otro a Coelho


Cuando me amé de verdad.
(Charles Chaplin)

Cuando me amé de verdad comprendí que en cualquier
circunstancia, yo estaba en el lugar correcto, en la hora
correcta y en el momento exacto y entonces, pude relajarme.

Hoy sé que eso tiene un nombre…”Autoestima”

Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y
mi sufrimiento emocional, no es sino una señal de que voy
contra mis propias verdades.

Hoy sé que eso es…”Autenticidad”

Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera
diferente y comencé a ver todo lo que acontece y que contribuye a
mi crecimiento.

Hoy eso se llama…”Madurez”

Cuando me amé de verdad, comencé a percibir como es
ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona, solo
para realizar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el
momento o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.

Hoy sé que el nombre de eso es…”RESPETO”

Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que
no fuese saludable…, personas, situaciones, todo y cualquier cosa
que me empujara hacia abajo. De inicio mi razón llamó esa actitud
egoísmo.

Hoy se llama…”Amor Propio”

Cuando me amé de verdad, dejé de temer al tiempo libre y desistí
de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro.
Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero
y a mi propio ritmo.

Hoy sé que eso es…”Simplicidad”

Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y
con eso, erré menos veces.

Hoy descubrí que eso es la…”Humildad”

Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y
preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es
donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez.

Y eso se llama…”Plenitud”

Cuando me amé de verdad, percibí que mi mente puede atormentarme y
decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, ella
tiene una gran y valiosa aliada.

Todo eso es…”Saber Vivir”

No debemos tener miedo de confrontarnos, hasta los planetas chocan
y del caos nacen muchas estrellas.

Charlot.

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Aunque con me gusta nada como escribe Coelho, debo reconocer que estas palabras me parecen llenas de simpleza y sabiduría... ojalá fuera fácil seguirlas... acá van...


Hay que saber cuándo una etapa llega a su fin.
Cuando insistimos en alargarla más de lo necesario, perdemos la alegría y el sentido de las otras etapas que tenemos que vivir. Poner fin a un ciclo, cerrar puertas, concluir capítulos…, no importa el nombre que le demos, lo importante es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya terminaron.
¿Me han despedido del trabajo? ¿Ha terminado una relación? ¿Me he ido de casa de mis padres? ¿Me he ido a vivir a otro país? Esa amistad que tanto tiempo cultivé, ¿ha desaparecido?

Puedes pasar mucho tiempo preguntándote por qué ha sucedido algo así. Puedes decirte a ti mismo que no darás un paso más hasta entender por qué motivo esas cosas que eran tan importantes en tu vida se convirtieron de repente en polvo. Pero una actitud así supondrá un desgaste inmenso para todos: tu país, tu cónyuge, tus amigos, tus hijos, tu hermano; todos ellos estarán cerrando ciclos, pasando página, mirando hacia delante, y todos sufrirán al verte paralizado. Nadie puede estar al mismo tiempo en el presente y en el pasado, ni siquiera al intentar entender lo sucedido. El pasado no volverá: no podemos ser eternamente niños, adolescentes tardíos, hijos con sentimientos de culpa o de rencor hacia sus padres, amantes que reviven día y noche su relación con una persona que se fue para no volver. Todo pasa, y lo mejor que podemos hacer es no volver a ello.

Por eso es tan importante (¡por muy doloroso que sea!) destruir recuerdos, cambiar de casa, donar cosas a los orfanatos, vender o dar nuestros libros. Todo en este mundo visible es una manifestación del mundo invisible, de lo que sucede en nuestro corazón. Deshacerse de ciertos recuerdos significa también dejar libre un espacio para que otras cosas ocupen su lugar.
Dejar para siempre. Soltar. Desprenderse. Nadie en esta vida juega con cartas marcadas. Por ello, unas veces ganamos y otras, perdemos. No esperes que te devuelvan lo que has dado, no esperes que reconozcan tu esfuerzo, que descubran tu genio, que entiendan tu amor. Deja de encender tu televisión emocional y ver siempre el mismo programa, en el que se muestra cómo has sufrido con determinada pérdida: eso no hace sino envenenarte.

Nada hay más peligroso que las rupturas amorosas que no aceptamos, las promesas de empleo que no tienen fecha de inicio, las decisiones siempre pospuestas en espera del ‘momento ideal’. Antes de comenzar un nuevo capítulo hay que terminar el anterior: repítete a ti mismo que lo pasado no volverá jamás. Recuerda que hubo una época en que podías vivir sin aquello, sin aquella persona, que no hay nada insustituible, que un hábito no es una necesidad. Puede parecer obvio, puede que sea difícil, pero es muy importante.
Cerrar ciclos. No por orgullo, ni por incapacidad, ni por soberbia, sino porque, sencillamente, aquello ya no encaja en tu vida. Cierra la puerta, cambia el disco, limpia la casa, sacude el polvo.
Deja de ser quien eras, y transfórmate en el que eres.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

La Mujer Salvaje


A mis amigas y también a mis amigos, comparto esto con ustedes de la gran victoria sendón...

LA MUJER SALVAJE No es un azar que nuestras vírgenes montañas, que nuestras oscuras selvas, nuestros bosques ancestrales, ríos bravos y playas infinitas estén en extinción, mimetizando esa muerte lenta, ese desvío letal hacia la “corrección” de la Mujer Salvaje, olvidando que, al igual que los lobos, es indomesticable. Puede morir, pero no tornarse un perrito faldero ni un callejero sin rumbo ni un chucho inofensivo. El arquetipo de la Mujer Salvaje forma parte de ese “resto” que, también como los lobos, está enraizado en el origen mismo de la identidad, de nuestra razón de ser. Estoy constatando tantas señales de decadencia, de caída libre en los abismos de la ingenuidad, la estulticia, la crueldad, la impotencia intelectual y vital, la perversión moral y política, la pérdida de instinto, que intento salvarme con la relectura del libro Mujeres que corren con los lobos de Clarissa Pinkola Estés, pero no como una elección intelectual, sino porque el otro día tuve terribles sueños con esos fascinantes animales, lo cual interpreté como una señal. Pensar en lo femenino en términos de coquetería, de siliconadas, de “lifting”, de cuerpos “light”; en términos de amabilidad, servicio, amor abnegado, de sumisión, de vínculos esclavizantes, de madre y esposa modélicas; en términos de profesional agresiva masculinizada, de intelectual disecada, de política florero y cosas por el estilo es pervertir la raíz más propia y genuina de la psique de las mujeres, cuya profundidad reside en lo salvaje. Esta sola palabra, según Clarissa, despierta un recuerdo antiquísimo, porque lo salvaje va unido a la Vida. Podemos reconocer “lo salvaje” en la esencia misma del placer estético, del hambre del espíritu, de la pasión creativa y otras pasiones estupendas. Porque lo salvaje nos remite a “una integridad innata y unos límites saludables”. Se podría nombrar de muchas formas, pero la más propia es la de “naturaleza sabia”. Nada que ver con los términos a los que cualquier diccionario de sinónimos nos remite: incivilidad, brutalidad, vandalismo, barbarie, antropofagia…. A mí me parece muy apropiado, entre los distintos nombres con los que referirse a la Mujer Salvaje, el de “La Huesera”, porque remite al aliento que nos resucita a partir de un montoncito de huesos cuando ya estamos, aparentemente, muertas. ¿Cuáles serían los síntomas de una ruptura con la fuerza salvaje de la psique? El síntoma definitivo es la falta de energía para vivir, que a veces se manifiesta en la inercia de seguir día a día con lo mismo, a veces refugiándonos en el intelectualismo –que es como un testaferro de la vida-, y casi siempre en el temor, el miedo, la duda, la sobreprotección del yo…… “Cuando las vidas de las mujeres se quedan estancadas o se llenan de aburrimiento, es hora de que emerja la mujer salvaje” (C. P. Estés) Es preciso que las mujeres ansíen encontrarla, liberarla y amarla, porque la Mujer Salvaje es el alma femenina. Mientras sigamos con nuestro feminismo académico o leguleyo sin echar mano de realidades más vitales, que anidan en la profundidad de la raíces, seguiremos muriendo a manos de los depredadores. CASANDRA http://victoriasendon.blogspot.com/

viernes, 31 de agosto de 2007

Inana, una diosa de la oscuridad y de la luz

Esta es mi Diosa Arquetípica, de acuerdo a ciertas "fórmulas secretas"... ella representa el espíritu ambivalente, el lado oscuro y el lado luminoso. Ella viaja y desciende al inframundo, y llega desnuda, de ropajes, joyas, coronas, cetros, máscaras, para encontrarse sólo con ella misma enfrentando sus fantasmas y temores más profundas. Inana es dueña de su vida, de su cuerpo y de sus decisiones, y aunque todo su mundo la indique, la juzgue, la sanciones, ella va hacia donde su corazón la guíe.
Un regalo para el fin de semana... especialmente para mis brujas queridas.